martes, 7 de diciembre de 2010

Scott Pilgrim contra el mundo

Chico conoce a chica, se enamoran... Hasta ahí todo normal, pero para Edgar Wright, famoso por dirigir comedias irreverentes como Hot Fuzz o Zombies Party, el argumento se quedaba corto. Así que, que mejor manera de darle color al asunto que llevando al cine el cómic del canadiense Bryan Lee O’Malley. De este modo Scott Pilgrim contra el mundo pasa de ser la típica historia de amor a una lucha a muerte por conseguir a la mujer de su vida. Y sí habéis leído bien, a muerte. Scott debe vencer a los sietes malvados ex novios de su amada, Ramona Flowers, para conquistar su corazón.

Michael Cera y Mary Elizabeth Winstead encarnan a Scott y a Ramona. Ambos bordan sus personajes. Es como si Cera hubiera vivido siempre en la piel de Pilgrim, un joven solitario obsesionado con la música y los videojuegos. Winstead clava a la perfección su papel como Ramona, una chica difícil, con un pasado que la persigue. Sus estados de ánimo variable y sus cambios de color de pelo recuerdan a Clementine de Olvidate de mí, de Michel Gondry. Pese a quién pese Scott Pilgrim contra el mundo no estará nunca a la altura de la obra maestra de Gondry, ni en argumento, ni en recursos narrativos, ni audiovisuales. Algunos incluso apuntan que Scott Pilgrim será la nueva 500 días juntos, pero en versión teeneagers.

Wright convierte la cinta en todo un derroche audiovisual, que en muchas ocasiones satura al espectador. Puños, patadas, rayos láser destructores, todo regado por un sinfín de onomatopeyas. Con estos recursos narrativos el director consigue la estética del cómic, pero el argumento pierde fuelle según van pasando los minutos.

Scott Pilgrim contra el mundo es una película surrealista pero con una historia bastante previsible. Se echa en falta el sarcasmo de Wright.



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