lunes, 19 de agosto de 2013

La vida ante sí

 
Redacción: Sara Puertas

Muy pocas veces un seudónimo dió tanto de sí. Tras el nombre de Émile Ajar se esconde el polifacético autor ruso Romain Kacew, más conocido como Romain Gary. Actor, guionista, director de cine, soldado... Kacew dejo parte de sus experiencias vitales en pequeñas migajas a lo largo de su obra. Una treintena de titulos en algo más de dos décadas. Kacew no fué solo Émile Ajar, suyas son también las obras publicadas bajo otros seudónimos: Roman Gary, Fosco Sinibaldi y Shatan Bogat. Sin duda, el desdoblamiento de personalidad más fructifero lo consiguió junto a Émile Ajar y esta maravillosa obra. La vida ante sí, le valió su segundo Premio Goncourt, (el primero fue con Las raíces del cielo en 1956) hecho que generó una gran polémica en Francia. 

Roman Kacew no podía recibir un premio en nombre de Émile Ajar, asi que el escritor decidió que que su sobrino, Paul Pavlowitch, entrara en escena. Algo que le costo muy caro. En el libro Vida y muerte de Émile Ajar publicado, postumamente en 1981, Gary describe cómo fue sintiéndose desposeído de su fama. Los críticos de la época miraban con lupa sus obras, vanagloriaban a Ajar y menospreciaban el talento de Gary. Incluso en 1977 con su obra Clair de femme, la crítica le acusó de imitar a Ajar. Polémicas a parte Kacew, Gary o Ájar (quédense ustedes con el seudónimo que les plazca) fue un magnifico y prolífico escritor. Prueba de ello es esta obra.

La vida ante sí es un soplo de aire fresco. Su protagonista, Momo un niño árabe de 10 años, narra en primera persona su vida en una especie de hogar de acogida para hijos de prostitutas. La Señora Rosa, una ex prostituta judía  de 70 años que sobrevivió a un campo de concentración; es quién se encarga de estos pequeños. Émile Ajar teje una trama cuyos pilares se sustentan bajo estos dos soberbios personajes. Un niño al que la vida no le deja ser niño y una ex prostituta que teme a la muerte y a la vida en la misma medida. Momo y la Señora Rosa, la Señora Rosa y Momo, una relación de cariño y amistad que traspasa las páginas de este libro. El pequeño Momo recuerda en ocasiones a El Principito de Antoine de Saint-Exupér

La inocencia y curiosidad infantil que ambos autores supieron captar a la perfección, pero que Ajar lleva un paso más allá. Momo es un niño-hombre, la calle y la vida van moldeando su carácter. La Señora Rosa guía su aprendizaje lo mejor que puede, con la ayuda del conserje M. Mimoun o Madame Lola, un senegalés travestido y ex boxeador. 


La soledad, el miedo, la inocencia, la muerte y el amor se esconden tras estas páginas que fueron llevadas al cine en 1977 en una adaptación de Moshe Mizrahi bajo el título Madame Rose. La cinta gano el Oscar a mejor película de habla no inglesa en 1978 y el César a la mejor actriz, Simone Signoret.


Les recomiendo que incluyan esta magnífica novela entre sus imprescindibles. La vida ante sí les expondrá sin tapujos la cruda realidad de un niño de 10 años y aún se quedarán con ganas de más.